Francesco Petrarca fue un lírico y humanista italiano, considerado el primero y uno de los más importantes poetas líricos modernos. Su perfeccionamiento del soneto influyó en numerosos poetas posteriores como Garcilaso de la Vega, William Shakespeare o Edmund Spenser. Su amplio conocimiento de los autores de la antigüedad y su restauración del latín clásico le valieron la reputación de "primer gran humanista", pero, además contribuyó a la instauración del italiano como lengua literaria. Petrarca nació el 20 de julio de 1304 en Arezzo. Cuando tenía ocho años, su familia se trasladó a Francia. En 1326, tras la muerte de su padre, Petrarca, que había estudiado Leyes en la Universidad de Bolonia, regresó a Avignon, donde pronunció votos eclesiásticos menores. En 1327, vio a Laura por primera vez, la mujer idealizada del poeta, cuyo nombre inmortalizó a través de sus poemas.
Durante su vida, transcurrida principalmente al servicio de la Iglesia y de la familia Visconti, viajó por toda Italia, Francia, Alemania y Países Bajos. En Florencia, en 1330, conoció a Giovanni Boccacio, con quien había mantenido correspondencia desde algún tiempo antes. Ambos se situaron al frente de un movimiento de redescubrimiento de la cultura de la antigüedad clásica. Petrarca escribió en latín e italiano. Entre sus obras destacan "África", un poema épico sobre el conquistador romano clásico Escipión el Africano, pero la más famosa es una colección de poemas en italiano titulada " Rime in vita e morte di Madonna Laura", y que después fue ampliado a lo largo de su vida y se conoce como Cancionero.
CANCIONERO
CXXXII
Si no es amor, ¿qué esto que yo siento? interrogaciones retóricas
mas si no es amor, por Dios, ¿qué cosa y cual?
Si es buena, ¿por qué es áspera y mortal? paralelismo
si mala, ¿por qué es dulce su tormento?
Si ardo por gusto, ¿por qué me lamento? anáfora
Si a mi pesar, ¿qué vale un llanto tal?
Oh, viva muerte, oh deleitoso mal,
¿por qué puedes en mí si no consiento?
Y si consiento, error es quejarme.
Entre contrarios vientos va mi nave
-que en alta mar me encuentro sin gobierno-
tan leve de saber, de error tan grave,
que no sé lo que quiero aconsejarme
y, si tiemblo en verano, ardo en invierno.
CXXXIV SONETO A LAURA
Paz no encuentro ni puedo hacer la guerra,
y ardo y soy hielo; y temo y todo aplazo; enumeración
y vuelo sobre el cielo y yazgo en tierra;
y nada aprieto y todo el mundo abrazo.
Quien me tiene en prisión, ni abre ni cierra,
ni me retiene ni me suelta el lazo;
y no me mata Amor ni me deshierra,
ni me quiere ni quita mi embarazo.
Veo sin ojos y sin lengua grito; enumeración
y pido ayuda y parecer anhelo;
a otros amo y por mí me siento odiado.
Llorando grito y el dolor transito;
muerte y vida me dan igual desvelo; antítesis
por vos estoy, Señora, en este estado.
LXI BENDITO SEA EL AÑO
Bendito sea el año, el punto, el día, enumeración
la estación, el lugar, el mes, la hora
y el país, en el cual su encantadora
mirada encadenóse al alma mía.
Bendita la dulcísima porfía
de entregarme a ese amor que en mi alma mora,
y el arco y las saetas, de que ahora
las llagas siento abiertas todavía.
Benditas las palabras con que canto
el nombre de mi amada; y mi tormento, repetición
mis ansias, mis suspiros y mi llanto.
Y benditos mis versos y mi arte
pues la
ensalzan, y, en fin, mi pensamiento,
puesto que ella tan sólo lo comparte.
CCXCII EN LA MUERTE DE LAURA
Sus
ojos que canté amorosamente, paralelismo
su cuerpo hermoso que adoré constante,
y que vivir me hiciera tan distante
de mí mismo, y huyendo de la gente,
Su cabellera de oro reluciente , metáfora
la risa de su angélico semblante
que hizo la tierra al cielo semejante,
¡poco polvo son ya que nada siente!
¡Y sin embargo vivo todavía!
A ciegas, sin la lumbre que amé tanto,
surca mi nave la extensión vacía...
Aquí termine mi amoroso canto:
seca la fuente está de mi alegría,
mi lira yace convertida en llanto.
SONETO
Bendecidos el año, el mes, el día
y la estación y el sitio y el instante polisíndeton
y el hermoso país en que delante
de su mirar mi voluntad rendía.
Y bendecida la tenaz porfía
de amor entre mi pecho palpitante,
y el arco y la saeta y la sangrante
herida que en mi corazón se abría.
Bendecida la voz que repitiendo
va por doquier el nombre de mi amada,
suspiros, ansias, lágrimas vertiendo.
Y bendecido todo cuanto escribe
la mente que al loarla consagrada
en Ella y sólo para Ella vive